Cuando pensamos en un consultorio médico, lo primero que suele venir a la mente es un lugar blanco, frío y funcional. Durante años, el diseño de los espacios de salud se enfocó casi exclusivamente en cumplir con la norma y garantizar la operación. Pero hoy esa visión está cambiando: la arquitectura se está convirtiendo en una aliada del bienestar.
Cada vez más proyectos en el mundo entienden que la experiencia del paciente empieza desde que cruza la puerta. La forma en que un espacio se ilumina, los materiales que lo recubren, los colores que lo envuelven e incluso cómo se distribuye el mobiliario pueden generar calma o ansiedad, confianza o incomodidad.
Un ejemplo inspirador de esta tendencia es el proyecto Zoī Vendôme en París
Un ejemplo inspirador de esta tendencia es el proyecto Zoī Vendôme en París, que se presenta no como una clínica tradicional, sino como un “santuario de restauración”. Allí, la iluminación tenue, las salas privadas y los recorridos diseñados como experiencias logran que la visita médica sea mucho más humana y menos estresante.
Lo interesante no es solo la estética, sino la intención: crear entornos que acompañen a las personas en su proceso de cuidado y sanación, reconociendo que la salud no es únicamente física, también es emocional.
En nuestro estudio creemos en esta filosofía. Sabemos que los consultorios y espacios médicos no tienen por qué ser impersonales. Por eso, trabajamos para diseñar lugares que transmitan confianza, serenidad y pertenencia, sin dejar de cumplir con los más altos estándares técnicos.
Al final, un buen diseño de salud no solo transforma un lugar, transforma la forma en que los pacientes se sienten atendidos y cuidados. Y eso hace toda la diferencia.
